Tras heredar la casa de su abuelo cuando éste fallece de forma repentina, Alysa (Trista Robinson) regresa a la casa de su infancia para realizar las pertinentes reformas de cara a venderla en el futuro. A medida que comienza a empaquetar las pertenencias de su abuelo, algo extraño comienza a tener lugar en la vivienda. Incluso el pequeño ratón que Alysa tiene como mascota parece percatarse de ello. Antes de poder vender la casa, la joven mujer entiende que debe hacer frente al mal que acecha en ella.